Este fantástico paraíso natural está localizado en la costa caribeña de Costa Rica. Mi esposa y yo disfrutamos de este exhuberante escenario durante mediados de Marzo de 2006. Para llegar a él, tuvimos que abandonar nuestro autobús en la boca del río Parismina y embarcarnos en un pequeño bote para una hora y media de travesía, tomando con nosotros solamente un par de puestas de ropa y los esenciales para dos días.
El Parque Nacional Tortuguero consiste en 47,000 acres de terreno casi vírgen, atravezado por numerosos ríos y canales. El lugar fue bautizado así por los cientos de tortugas que llegan en la primavera para depositar sus huevos en la playa. Nuestro hotel, Laguna Madre, está situado en una isla larga y muy estrecha, pegado al río y tan sólo a unos cien pies de la playa.
El Mar Caribe es tremendamente agitado aquí y nadar en él no es recomendable. La arena tiene un color café-gris, debido a la actividad volcánico de tiempos atrás.
Después de la primer deliciosa cena, disfrutamos de una presentación de un naturalista local quien nos explicó la misión del parque y la extensa variedad de flora y fauna, que es más abundante aquí que en cualquier otra parte del país. A pesar de la humedad y oscuridad del lugar, nunca notamos ningún mosquito ni otros insectos molestándonos. En los jardines del hotel habita una especie de ranita muy diminuta, verde y con ojos saltones, la cual sólo se puede oír y ver por la noche.
Las habitaciones consisten en cabañas rústicas con techo de zinc y la intensa lluvia toda la noche nos mantuvo despiertos por un rato. A la mañana siguiente pensábamos que todo iba a estar con mucho lodo, pero como el suelo es bien arenoso no se enfangaron nuestros zapatos.
Después del desayuno tomamos un bote abierto por uno de los varios canales y eso fue un espectáculo maravilloso. Observamos gruyas, cormoranes, tucanes, monos, iguanas, tortugas, cocodrilos, serpientes, lagartos y otros pájaros de muchos colores. El piloto y nuestro guía estaban siempre alertas y en cuanto veían algún animal que para nosotros era desapercibido, el bote se acercaba a la orilla y nosotros nos deleitábamos observándolos y tomando fotos.
Después del almuerzo, tomamos otro bote hasta un canal llamado Caño Palma, donde el agua parece negra por la cantidad de material vegetal que se deposita en el fondo. Esto hace que el canal se convierta en un espejo inmenso donde la espesura de las orillas se refleja en él y es difícil deducir, al ver las fotos, cuál es la parte de arriba y cuál el reflejo. Ahí vimos más animales, muchos de los cuales eran desconocidos para mí.
Al regreso caminamos como una milla por la playa hasta la Estación de Investigacion de la Tortuga Verde, donde aprendimos sobre los esfuerzos locales para proteger esta especie y sus nidos.
La verdad es que el área merece más de dos días para disfrutar de toda su naturaleza a plenitud.
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