México es una nación de contrastes. Desde playas doradas hasta volcanes nevados, desde lagos de esmeralda hasta tupidos bosques. Modernas ciudades y pobres aldeas. Lujosas mansiones y chozas muy humildes. Sus tradiciones, cultura, música, arte y artesanías han fascinado a los turistas por siglos.
Barrancas del Cobre es un área única, localizada en las Montañas Tarahumara del noroeste de México. Toma dos días y medio desde Brownsvile, TX, para llegar al famoso cañón, pero vale la pena el esfuerzo.Alison, nuestra nieta de 10 años, nos compañó en este viaje maravilloso con GO WITH JO, una agencia de viajes de Harlingen.
La carretera pasa por paisajes muy interesantes, empezando con el Desierto de Chihuahua. Este desierto consta de aproximadamente 145,000 millas cuadradas, catalogándolo como el mayor del norte. Por muchos años éste era un desierto típico, árido y sin ninguna vegetación notable; pero en los últimos años ha recibido una cantidad enorme de lluvia y ahora se ven vastas áreas cubiertas de agua y arbustos, como agave, creosota, lechugilla, mesquite, nopal y sotol. Esta última planta es usada por los nativos para destilar una cerveza ligera. La fauna también ha mostrado gran incremento y ahora se pueden ver, además de serpientes y ratas, conejos, ranas, correcaminos,venados y otros más.
Llegamos a la ciudad de Chihuahua y visitamos el Palacio del Gobernador, que ocupa un par de cuadras. Tiene enormes murales en sus paredes, siendo el más popular el que muestra la ejecución del Padre Hidalgo, un evento que sucedió en esta ciudad. También visitamos la catedral con sus intricadas paredes de piedra. Las enormes puertas de madera muestran el pasaje del tiempo y las hacen más interesantes.
A la mañana siguiente abordamos El Chepe, el famoso tren que va desde Chihuahua hasta El Mochis, cerca de la costa del Pacífico. Este tren, apodado "el ferrocarril más escénico del mundo", es en verdad un viaje espectacular. Esta maravilla de ingeniería tomó casi 90 años y 90 millones de dólares para completarse. Debutando en 1961, fue designado para conectar el Océano Pacífico con el desértico territorio central y el estado de Chihuahua. Se extiende por más de 390 millas de longitud y cruza 39 puentes y 86 túneles. El viaje de Chihuahua hasta Los Mochis toma cerca de 14 horas; pero nosotros lo utilizamos sólo por la mitad, hasta el pueblito de Divisadero, donde comienzan las Barrancas del Cobre.
Alison disfrutó el viaje por tren inmensamente, corriendo por todos los vagones, brincando de uno a otro y dejando su cabello ondear asomándose por las ventanas y gritando dentro de los túneles. Tomó tantas fotos que agotó las baterías de su cámara.
Cuando al fin llegamos a Divisadero, nuestro destino, estaba lloviendo copiosamente y tuvimos que correr hasta nuestro hotel, a un par de cuadras.
El hotel de Divisadero es un ejemplo encantador de arquitectura rústica. La puerta de madera de la entrada está esculpida con la figura de una mujer Tarahumara. Nuestra habitación está en un edificio de dos pisos y justo al borde el precipicio. Inmediatamente abrimos la puerta trasera pero lo único que se podía ver era la densa niebla causada por la reciente lluvia. Por la tarde, después del almuerzo, ya la niebla se había disipado y nos trepamos en una roca detrás de nuestra habitación para tomar fotos.
Esta área, conocida como Las Barrancas del Cobre, es actualmente una serie de 20 cañones, formada por seis ríos a través de los años. Es, por lo menos, siete veces el tamaño del Cañón del Colorado!
Afuera del hotel hay un pequeño mercado artesanal Indio, atendido por mujeres. Estas mujeres Tarahumaras son unas fantásticas tejedoras de cestas y su mercancía es bien barata. Muchas continúan trabajando mientras cargan a sus bebitos en mantas sobre sus espaldas. Conversan muy poco y no les gusta regatear el precio. Yo me sentí incómodo cuando una de nuetras compañeras de viaje se quejó de esta costumbre. Considerando el precio tan bajo y el hecho de que esta pobre gente necesita un par de dólares mucho más que nosotros, yo nunca discutí el precio con ellas.
Después de un delicioso desayuno la mañana siguiente, caminamos como una milla para ver una vivienda Tarahumara, la cual consistía en una cueva con una pared de piedra rudimentaria al frente. Había un manantial de agua muy cerca pero el agua lucía bien sucia y contaminada. Nuestra guía nos informó que ellos la beben sin ningún problema, pero que si alguno de nosotros la probaba de seguro nos enfermaríamos. El índice de mortalidad infantil de estos Indios es bien bajo, al igual que de los adultos. (Quizás por el agua.) Cuando un esposo muere, su casa es destruída totalmente y la esposa y los niños tienen que mudarse a otro lugar. Otra costumbre curiosa es que cuando una persona fallece, nunca más es aludido por su nombre propio, sino más bien por una referencia, como "la de los ojos pardos" o "el barrigón", etc.
La mayoría de estos indios habla bien el español, al igual que su dialecto. Son muy corteses y conversan bajito y no les gusta ser fotografiados sin permiso, a no ser que se les compre algo. Como ya mencioné, su artesanía es muy fina y barata y nosotros compramos varios souvenires, incluyendo una máscara hecha con piedras de distintos colores y una cesta con doble fondo.
Después del almuerzo, visitamos un pueblito Indio con su propia iglesia Católica. Allí disfrutamos de un espectáculo al aire libre ejecutado por Indios Tarahumaras bailando y cantando, acompañados por un grupo tocando guitarra y un violín hechos a mano. Son famosos por su velocidad corriendo y nos mostraron su abilidad con una carrera mientras pateaban una pelota de madera.
Muy cerca de allí está el lugar más visitado del área, la roca balance. Es una roca de seis por diez pies que se mueve con el movimiento de la persona que esté arriba. Después de que nuestro guía nos demostró el efecto, nadie se atrevía a subirse, ya que está a una altura de más de 2,000 pies; pero yo tenía que probar mi machismo cubano -bajo la protesta de mi esposa- y entonces Alison también se atrevió a subirse, con la ayuda de nuestro guía, sin ningún indicio de nerviosismo, orgullosa de ser una Alvarez. Después de esta demostración de valentía, la apodaron "la chiva".
Alison estaba ansiosa por montar a caballo y ella y yo fuimos con un guía hasta la parte más alta (cerca de 7,800 pies) desde donde se podía divisar nuestro hotel y el fondo del cañón. Empezó a llover muy fuerte y se podían ver los relámpagos bien cerca. Yo tenía miedo de que su caballo fuera a asustarse y la tumbara, pero Alison probó ser una experta, a pesar de ser su primera vez, y yo creo que disfrutó con mucho gusto su cabalgata de dos horas.
Al regreso, paramos en el pueblo de Creel, nombrado así por el Ingeniero del ferrocarril. Están planeando un aeropuerto aquí y eso facilitaría el viaje al cañón.
De nuevo en Chihuahua, visitamos el Museo de Pancho Villa. Doroteo Arango Arámbula nació en San Juan del Río, Durango, en el año 1877. Villa es recordado en esta zona con orgullo, aunque otros lo recuerdan como un bandido o un héroe revolucionaro. El museo está localizado en la casa donde vivió con su última esposa (se dice que estuvo casado con alrededor de 26 damas, aunque no siempre oficialmente). Uno de los salones del museo exhibe el carro lleno de balazos donde fue asesinado cuando iba a su casa en Parral, Coahuila, el día 23 de Julio de l923.
Una de nuestras paradas fue en un restaurante Menonita, donde disfrutamos de la mejor comida del viaje. Después visitamos la fábrica de vinos Casa Madero, en Parra, Coahuila, la más antigua del hemisferio norte. Por causa de esta última visita, que no estaba en el itinerario, llegamos tarde a nuestro próximo hotel, quizás el más interesante de todos. Rincón del Montero es un hotel consistente en varios edificios y cabañas en cerca de 200 acres de terreno. Ali y yo ahelábamos llegar a este hotel para volver a montar caballos, pero cuando llegamos ya los establos estaban cerrados.
Paramos en el pueblo para visitar a la iglesia Nuestra Señora del Madero, la cual está situada encima de una colina. La próxima parada obligatoria fue en Saltillo para comprar pan de pulque, una golosina que contiene pulque, la cerveza de los pobres de México. Y la última parada fue en Monterrey para almorzar en el Hotel Ancira.
Arribamos a la frontera bajo una lluvia torrencial. Las calles estaban inundadas y había una larga línea de autos para cruzar el puente. Así y todo, nos ordenaron tomar todo nuestro equipaje y caminar bajo la lluvia hasta el edificio de Inmigración. Allí un oficial nos hizo un par de preguntas y entonces volvimos a subir a nuestro autobús al otro lado del edificio.
Yo estoy seguro que Alison nunca olvidará su aventura mientras viva y Bruni y yo disfrutamos con mucho agrado su compañía y, sobre todo, su forma tan inocente de hacer las cosas. Ella se hizo amiga de un perro que siempre estaba merodeando por el hotel en Divisadero y cuando abordamos el autobús el perro la acompañó hasta el último instante. Si la hubieran dejado, habría traído el cariñoso perro con ella.
Haga click arriba para disfrutar de las fotos del viaje. Gracias por hacer cualquier comentario que desee.